Los límites del Lenguaje en Wittgenstein

 Entre las muchas metáforas desafortunadas que plagan la escritura de Ludwig Wittgenstein, tal vez una de las peores sea la de “límite”, como en “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” y pasajes similares. Wittgenstein usa la palabra “límite” para hablar de lo que, en otros contextos teóricos llamaríamos las condiciones de posibilidad o presupuestos de algo, es decir, aquello que define un espacio desde afuera. Por ejemplo, de qué tipo de objeto hablemos delimita qué podemos decir de él. De un objeto abstracto, por ejemplo, no podemos preguntarnos de qué color es. Así dicho, el término “límite” parece ser muy adecuado. 

Desfortunadamente, la noción de límite tiene también la connotación, muy notoria, de establecer una frontera entre dos espacios que, de otra manera, serían uniformes. En otras palabras, lo que está mas allá del límite  suele ser un espacio del mismo tipo que aquel que se está delimitando. Por ejemplo, mas allá de las fronteras de nuestro país está otro país, y si no fuera por es frontera, no habría una gran diferencia entre un lado y el otro. Cuando decimos que el límite de velocidad en zonas escolares es de 40 km/h, estamos estableciendo un límite en un espacio que de otra manera sería homogéneo. Fuera de esta regla externa, no hay una gran diferencia ontológica entre 39 y 41 km/h. Lo que hay mas allá del límite comúnmente es muy semejante a lo que hay dentro.


Sin embargo, los límites de los que habla Wittgenstein no suelen ser de este tipo. Por ejemplo, cuando Wittgenstein habla de la forma lógica como los límites de mi lenguaje no quiere decir que hay algo así con un lenguaje mas allá de la forma lógica que me está inaccesible y que, si no fuera por la forma lógica, formaría un espacio continuo junto con el mío, algo así como un gran lenguaje que abarca al mío y al de otros, pero que solamente esta dividido por los límites que impone la forma lógica. Por supuesto que no. Lo único que quiere decir Wittgenstein cuando dice que la forma lógica limita lo que se puede expresar lingüísticamente es que una secuencia de palabras que no respete las reglas de la lógica simplemente no estará diciendo nada. Si alguien dice que “La exquisita comida de la abuela estaba, como siempre, asquerosa”, seguramente no quiere decir que la comida de la abuela solía ser al mismo tiempo exquisita y lo contrario. Mas bien, debemos interpretar su afirmación como siendo irónica o de otra manera no literal. Decir que la comida de la abuela solía ser al mismo tiempo exquisita y lo contrario es inexpresable porque se encuentre mas allá de los límites de mi lenguaje es abusar demasiado de la metáfora Wittgensteineana de los “límites”. Desafortunadamente, no es raro encontrar a Wittgenstein y los Wittgensteineanos abusando así de esta infortunada metáfora. 


Por eso es que la noción de límite le es tan útil a Wittgenstein para explicar la naturaleza de las leyes lógicas.  Cuando decimos que este tipo de leyes determinan los límites lógicos del lenguaje, debemos entender esta afirmación exactamente en el sentido que aquí he dibujado, y no como dibujando una línea entre lo permitido y lo no-permitido lógicamente (entre lo racional y lo no racional)


Un ejemplo muy obvio es el principio de no contradicción el cual, literalmente nos dice que no hay contradicciones. No es que haya contradicciones y el principio nos diga algo negativo sobre ellas – que son malas o que no las queremos en nuestro lenguaje, sino que literalmente no existen – y por lo tanto, ni son malas ni no lo son. Las contradicciones, nos dice Wittgenstein, no existen en el lenguaje. Existen en los modelos lógicos formales, como artefactos que simplifican nuestros modelos, pero no corresponden a nada en el lenguaje. Si formalizamos una afirmación genuina – algo que alguien realmente ha dicho – como contradictoria,  entonces la hemos formalizado mal, no hemos entendió bien como funcionan nuestros modelos formales.



Permítaseme hacer aquí una analogía. Sabemos que el tipo de broca que le pongamos a un taladro limitará el tipo de materiales que pueda perforar. Y en ese sentido, podemos decir que antes de que le pongamos broca al taladro, no hay limites al material que puede perforar. Es cierto, pero hablar así sería muy confundente pues parecería implicar que el taladro, por sí mismo y sin necesidad de una broca sería capaz de perforar cualquier material, lo cual es obviamente falso. Quitarle la broca al taladro no lo hace más poderoso. Lo mismo sucede con la forma lógica – ignorar sus reglas no hace al lenguaje de repente más poderoso, capaz de decir lo indecible.


Por supuesto que cambiar las reglas de un lenguaje por otras más poderosas – como cambiar una broca de acero por otra de diamante – puede dar pie a lenguajes más poderosos, pero nunca a lenguajes ilimitados, porque un lenguaje ilimitado es un oxímoron. Podemos generar nuevos modelos que, para seguir con mi ejemplo, no tengan un principio de no contradicción, pero mientras sigan teniendo leyes lógicas, seguirán teniendo límites. (Y aquí es donde Luis Estrada nos recuerda que tal vez por eso, lo que queremos es lógica sin leyes lógicas).


No estoy defendiendo aquí la teoría Wittgensteineana de los así-llamados "límites" del lenguaje, sólo estoy tratando de aclararla y criticar la manera en que Wittgenstein mismo la presenta. 

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