Wittgenstein y su Escépticismo del Significado

Si bien la huella de Wittgenstein sobre la filosofía contemporánea es gigantesca, sin duda una de sus contribuciones centrales fueron sus argumentos escépticos contra el proyecto semántico de la filosofía del siglo XX. Entre ellos, sin duda uno de los mas importantes lo podemos reconstruir de la siguiente manera:

Dos de los presupuestos básicos en los que descansa la noción tradicional de significado son:

  1. El significado explica el uso.
    O mas precisamente: para toda expresión E, el que E signifique S explica porque usamos E de la manera en que, de hecho, la usamos.

  2. El significado se da en reglas.
    O mas precisamente: para toda expresión E, el que E signifique S se da en una regla R que regula el uso de E.
    A estos dos supuestos, Wittgenstein añade la siguiente premisa de sentido común:

  3. Las reglas son un tipo de enunciado.
    Presumiblemente, son enunciados del tipo: Si A y B pertenecen a la misma comunidad lingüística cuyo lenguaje común contiene a la expfresión X, el que A emita X en el contexto común C producirá el efecto Y en el escucha B.
    Según Wittgenstein, de (1), (2) y (3) se sigue una contradicción de la siguiente manera:

  4. De 1 y 2 se sigue que las reglas explican el uso, es decir, que para toda expresión E, hay una regla R que explica el uso de E.

  5. Por (3), como R es una expresión, podemos sustituir E en (4) por R.

  6. Por 4 y 5, para toda E, hay una regla R2 que explica  el uso de R.

  7. Por (3), como  R2 es una expresión, podemos sustituir E en (4) por R2.

  8. Por 4 y 5, para toda E, hay una regla R3 que explica  el uso de R2.

  9. Por (3), como  R3 es una expresión, podemos sustituir E en (4) por R3.

  10. Por 4 y 5, para toda E, hay una regla R4 que explica  el uso de R3.

  11. Podemos repetir el proceso al infinito, lo que significa que para toda expresión E debe existir un número infinito de reglas semánticas para explicar su uso.

Esto suena claramente absurdo, por lo que Wittgenstein piensa que debemos rechazar alguno de los supuestos del proyecto semántico tradicional. Pero ambos son centrales al proyecto: Sin (1), es difícil justificar la pertinencia de la noción misma de significado. Sin (2) es difícil explicar cómo los significados pueden cumplir con (1) y, como hemos visto a lo largo de toda la clase, qué tienen en común las muchas cosas que llamamos significado. Rechazar (3), pese a jugar un papel menos central en el proyecto semántico, también sería desastroso, pues complicaría nuestra ontología al concebir a las reglas como una entidad extraña que, sin embargo, tiene poder explicativo. Si por ‘explicar’ en (1) entendemos lo que tradicionalmente se entiende por explicar, entonces es claro que explicar es algo que hacemos con palabras y, por lo tanto, (3) es verdadero.




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