Nihilismo Ontológico

 Se podría pensar que la opción ontológica mas parsimoniosa es el nihilismo, es decir, mas parsimonioso que el pensar que hay UNA sola categoría de entidades sería el que no hubiera NIUNA de ellas, es decir, que no exista nada: ni objetos concretos, ni abstractos; ni presentes, ni pasados ni futuros; ni pequeños, ni medianos ni grandes; nada; de ningún tipo. Sin embargo, si bien esta es una posibilidad que efectivamente puede y se ha explorado en la ontología contemporánea (especialmente a partir de Turner 2011), vale la pena mencionar que no hay ninguna ventaja teórica del nihilismo ontológico sobre el monismo. Recordemos que lo que busca evitar el modista es el problema de las relaciones  entre entidades de diferente categoría: ¿Cómo es posible aplicar verdades sobre entidades abstractas como la matemáticas a fenómenos sobre entidades concretas como los fenómenos físicos? ¿Cómo se relaciona un objeto singular con sus propiedades que son universales? ¿Cómo se relaciona el cuerpo de una persona, que es material, con su mente, que no lo es?, etc.  Si todas las entidades son del mismo tipo, el problema se disuelve. Claro, si no hay entidades de ningún tipo tampoco surge el problema, y en este sentido el monismo y el nihilismo se encuentran a la par.



¿Hay una manera de decidir a favor de una sobre la otra? Se me ocurre la siguiente: El nihilista bien puede argumentar que por lo menos cierto tipos de monismos son menos estables que el nihilismo y, por lo tanto, el nihilismo es preferible a ellos. Este argumento es especialmente poderoso en contra cierto tipo de monismo ficcionalista hermeneútico para el que es necesario parafrasear nuestras verdades que parecen ser sobre el tipo de objetos que queremos eliminar a verdades que no sean sobre ellas. Esto puede hacerse de manera reductivista o absoluta. Recordemos que el eliminativista absoluto busca la manera de parafrasear enunciados de la forma “Hay un X” por enunciados que no tengan ningún compromiso ontológico, es decir, por enunciados que no impliquen que realmente haya nada, mientras que el eliminativista reduccionista busca parafrasear enunciados de la forma “Hay un X” por enunciados que sólo tienen compromiso ontológico con entidades menos controversiales que X. Por ejemplo, un eliminativista reduccionista parafrasearía un enunciado como “Hay un número entero entre el 4 y el 6” por un tipo de enunciado que no implique la existencia de números, aunque sí pueda implicar la existencia de, por ejemplo, comunidades de matemáticos que hayan convenido aceptar como verdaderos los axiomas de Peano, algo así como “Según la convención expresada en los axiomas de Peano, hay un número entero entre el 4 y el 6”.

En contraste, el eliminativista absoluto busca parafrasear el enunciado verdadero “Hay un número entero entre el 4 y el 6” por un tipo de enunciado que no implique la existencia de nada, como que “Hay* un número entero entre el 4 y el 6” donde “hay*” es un neologismo del eliminativista que significa justo como el Platonista interpreta el “hay” del español, es decir, como el cuantificador existencial estándar bajo una interpretación Quineana, cuando el enunciado es de matemáticas, física, etc. pero no cuando el enunciado es de metafísica, pues, a diferencia del cuantificador existencial en su interpretación estándar, no conlleva ningún compromiso ontológico. Así parafraseado, la verdad del enunciado matemático “Hay un número entero entre el 4 y el 6” deja de comprometernos con la existencia de números.

El problema es que una vez que el eliminativista ha propuesto un operador como el “Hay*”, el nihilista puede apropiarse de la propuesta y simplemente extenderla a todo discurso (no metafísico), es decir, si la paráfrasis funciona para un tipo de objeto, no hay nada que detenga al nihilista a aplicársela a cualquier objeto. A decir verdad, es más natural, una vez que sabemos que la paráfrasis es posible, aplicarla tout-court como la interpretación correcta del “hay” del español  que hacerlo sólo en unos casos y otros no. El peso de la prueba de justificar los casos que sí y los casos que no cae de lleno con el eliminativista no nihilista.

Tomemos como ejemplo otra estrategia eliminativista nominalista hermenéutica absoluta, como parafrasear todo enunciado categórico como “Hay un único número entero entre el 4 y el 6” en forma de un condicional como “Si hubiera números enteros, uno y sólo uno de ellos estaría  entre el 4 y el 6.” Una vez mas, esta estrategia es tan general que puede aplicarse a cualquier enunciado para eliminar el compromiso ontológico a cualquier tipo de entidad. Así, por ejemplo, “Hay una mesa aquí” podría parafrasearse como “Si hubiera mesas, una de ellas estaría aquí”, y “Algunos países aún no firman el tratado de Kioto” como “Si hubiera países, algunos de ellos aún no habrían firmado el tratado de Kioto”, etc.

Hay un tipo de ficcionalista eliminativista nominalista hermenéutico que pudiera también ser susceptible a este tipo de estrategia: aquellas basadas en la distinción entre creer algo y aceptarlo. La idea básica detrás de esta estrategia es que creer es sólo una de muchas maneras posibles de aceptar algo. Hay otros tipos de aceptación mas débiles y circunscritos a un contexto. Por ejemplo, si acepto jugar un partido de Monopolio con mi familia, acepto que, en el contexto del juego, son mis enemigos y que deben de perder, aunque de hecho personalmente no crea realmente que deban perder. Igualmente, si acepto defender a un acusado en un juicio adversarial, debo defender su inocencia independientemente de que efectivamente crea que es inocente. Por lo tanto, mis afirmaciones en el juicio no deben entenderse como expresando mis creencias personales, sino mi posición de acuerdo al rol que juego en dicho juicio. Finalmente, cuando entro a ver una película de superheroes debo aceptar también, aunque por supuesto no lo crea, que es posible que haya seres con superpoderes. Una vez reconocida esta distinción, el segundo paso es argüir que sólo un tipo de aceptación como la creencia puede producir compromisos ontológicos. Aceptaciones mas débiles como las anteriores no conllevan compromisos ontológicos, es decir, no nos dicen nada sobre qué (creemos que) existe o es real. Finalmente, el último paso de esta estrategia es defender que lo que hacemos cuando hablamos y, en general, cuando hacemos algo que parece comprometernos con algún supuesto tipo de entidades controversiales como entidades abstractas, meramente posibles, incognoscibles, etc. no creemos realmente en esas entidades sino que solamente expresamos su aceptación.

Una vez mas, esta propuesta puede fácilmente trivializarse si no se caracteriza bien en qué circunstancia estamos hablando realmente de una creencia y cuando es una mera aceptación. De otra manera, el nihilista puede simplemente sostener que siempre que parecemos expresar una creencia, realmente estamos expresando un tipo mas débil de aceptación sin compromiso ontológico alguno.

Desafortunadamente, este tipo de ficcionalismo hermeneútico eliminativista absoluto no nihilista es muy raro. La mayoría de los eliminativistas no apelan a un mecanismo tan general como el de postular un operador tipo “hay*”, una condicionalización como la que caractericé unas líneas atrás o un ficcionalismo como el del párrafo anterior, sino que buscan paráfrasis mas específicos al tipo de objeto que buscan eliminar. Por ejemplo, los eliminativistas de las matemáticas suelen apelar a principios como el de Hume que son específicos a los números y, por lo tanto, no pueden generalizarse a cualquier tipo de objeto. Por ejemplo, podríamos parafrasear el enunciado “Hay un número entero entre 4 y 6” debe parafrasearse como “Para todos los grupos A y B, si no podemos asignar a todos los miembros de A uno y sólo un miembro de cualquier grupo en 4* sin que sobran elementos de A, ni les podemos asignar a todos ellos uno y sólo un miembro de cualquier grupo en 6* sin que falten elementos en A y si no podemos asignar a todos los miembros de B uno y sólo un miembro de cualquier grupo en 4* sin que sobran elementos de B, ni les podemos asignar a todos ellos uno y sólo un miembro de cualquier grupo en 6* sin que falten elementos en B, entonces sí podemos asignar a todo elemento de A uno y sólo un miembro de B y vice versa sin que sobren ni falten elementos de A ni de B”, donde 4* y 6* son las clases de equivalencia de grupos de cuatro y cinco miembros apropiadamente definidos. Aun si pudiera eliminarse el compromiso ontológico a grupos, por ejemplo, usando una lógica plural, la estrategia Humeana no parece servirle mucho al ficcionalista que busque eliminar nuestro compromiso ontológico con entidades del pasado, grupos sociales, o ni siquiera otros entes abstractos no matemáticos, mucho menos al nihilista que quiere eliminar a las entidades de todo tipo.

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