Grice y la Lógica

 Tradicionalmente se ha pensado que si pensamos que las conectivas lógicas nos dan el significado (significan lo mismo, dirán algunos) de sus contrapartes del lenguaje natural – a saber, las palabras “y”, “no”, ‘o’, “todo”, etc. – es fácil encontrar contra-ejemplos en lenguaje natural de aun las leyes lógicas más básicas (Russell 2018). Según Bogdan Dicher, por ejemplo,

 "... aprovechando [los] recursos [del lenguaje natural], es posible construir contra-ejemplos para cualquier presunta ley lógica ... Hay suficientes fenómenos lingüísticos y de razonamiento lógicamente pertinentes cómo para proveernos de contraejemplos para cada inferencia supuestamente válida desde el punto de vista lógico ..." (Dicher 2020: 3. Mi traducción)

Si filósofxs como Russell o Dicher tienen razón, es posible siempre construir contraejemplos para cualquier presunta ley lógica – para el modus ponens, modus tolens, simplificación, etc. Hay suficientes fenómenos lingüísticos y de razonamiento como para proveernos de contra ejemplos para cada inferencia supuestamente válida desde el punto de vista formal. Pongamos como ejemplo al silogismo hipotético. El siguiente es un silogismo de este tipo, cuya validez lógica no es controversial:

  1. Si me quedo dormido, no iré a la fiesta. (Premisa)
  2. Si no voy a la fiesta, me perderé la diversión. (Premisa)
  3. Si me quedo dormido, me perderé la diversión. (Conclusión)

Dado que éste es un argumento lógicamente válido (en la lógica clásica), cualquier otro argumento de la misma forma va también debe ser válido. Sin embargo, existen presuntos contra ejemplos como el siguiente, que por lo menos parecen tener la misma forma y sin embargo no son válidos:

  1. Si hay una avalancha, hay nieve en las faldas de la montaña. (Premisa)
  2. Si hay nieve en las faldas de la montaña, voy a esquiar. (Premisa)
  3. Si hay una avalancha, voy a esquiar. (Conclusión)

Presumiblemente, éste no es un argumento válido. Sin embargo, desde el punto de vista puramente lingüístico, tiene exactamente la misma forma que el argumento anterior, de tal manera que si el primero es un silogismo hipotético y es válido, éste también tenía que ser un silogismo hipotético y válido. Sin embargo, no lo es. 

Contra-ejemplos similares pueden ofrecerse para otro tipo de presuntas leyes lógicas formales como la transposición. Empecemos, una vez más, con una ejemplificación cuya validez lógica presumiblemente no es nada controversial:

  1.  Si hay visitas, el gato se asusta. (Premisa)
  2. Si el gato no se asusta, no hay visitas. (Conclusión)

En contraste, tomemos este otro argumento que, prima facie, tiene la misma forma y sin embargo, su validez lógica es, por lo menos, cuestionable, en tanto es perfectamente racional aceptar el primer enunciado, pero rechazar el segundo:

  1. Si llueve, no llueve demasiado. (Premisa)
  2. Si llueve demasiado, no llueve. (Conclusión) 

Es fácil darse cuenta de que uno podría responder a este tipo de argumento arguyendo que los presuntos contra-ejemplos no lo son, ya sea porque (i) no son realmente inválidos, (ii) no tienen realmente la misma forma de los válidos, es decir, no son realmente silogismos hipotéticos, o instancias de la ley de transposición, aunque lo parezcan por su forma lingüística superficial, o (iii) porque las reglas de las que se supone son contra-ejemplos no son realmente leyes lógicas correctas.



La primera opción (i) es difícil de defender, aunque no por eso no ha tenido sus defensores, tal vez el mas conocido de los cuales ha sido Paul Grice. En su célebre artículo de 1975, Grice defendió que si bien es cierto que hay algo inaceptable en este tipo de contra-ejemplos, su mejor explicación no es en términos puramente lógicos (o semánticos), sino que es necesario apelar al contexto de dichos argumentos. Por ejemplo, la razón por la cual nos parece que  el argumento sobre la avalancha es inválido es porque podemos fácilmente imaginar una situación posible en la que las premisas son aceptables, pero la conclusión no. Podemos imaginar fácilmente alguien cuyo estado mental pueda describirse de manera correcta usando las premisas del argumento, es decir, como creyendo genuinamente que si hay una avalancha, hay nieve en las faldas de la montaña, y que si hay nieve en las faldas de la montaña, irá a esquiar, pero no asiente a la conclusión esperada de aplicar la ley de silogismo hipotético a dichas premisas, a saber, que si hay una avalancha irá a esquiar. Pero, en la estrategia pragmática de Grice, esto no haría al argumento lógicamente inválido, porque cuando describimos a esta persona como creyendo que si hay nieve en las faldas de la montaña, irá a esquiar, no estamos imaginando alguien que efectivamente crea literalmente que en cualquier circunstancia en la que haya nieve en las faldas de la montaña, irá a esquiar – después de todo, como hemos visto, si la nieve está ahí porque hubo una avalancha, es claro que la persona no irá a esquiar, aunque haya nieve, es decir, que hay por lo menos una circunstancia en la que el antecedente del condicional sería verdadero y su consecuente falso  – pero el enunciado nos parece adecuado para describir su creencia porque sabemos que su plan es ir a esquiar en los casos normales en los que haya nieve en la falda de la montaña – y el que haya una avalancha claramente no es un caso normal en este sentido. Pero esta interpretación del enunciado, arguye Grice, va mas allá de lo que el enunciado dice y tiene que ver mas bien con lo que tiene sentido entender si alguien usa dicho enunciado en una conversación normal. En ese sentido, si bien el enunciado es literalmente falso sobre lo que la persona cree, sigue siendo adecuado usarlo para describir su creencia porque en el contexto se entiende que quiere decir otra cosa. Según esta estrategia, en general, quien considera a estos como contra-ejemplos comete el error de confundir la verdad de lo que se dice con la aceptabilidad contextual de su uso.


Por supuesto que uno pudiera insistir en que los enunciados en cuestión sí son verdaderos, no meramente aceptables porque sí significan lo que intuitivamente entendemos cuando los interpretamos. Siguiendo con el ejemplo de la avalancha, se podría argumentar que sí es cierto que si hay nieve en la montaña la persona irá a esquiar, aunque no lo haría en absolutamente cualquier circunstancia en la que haya nieve en la montaña, porque eso no es lo que “si” y “entonces” significan. En otras palabras, un condicional de la forma “si P, entonces Q” no significa que absolutamente siempre que P es verdadero, Q también lo es, sino que significa que Q es verdadero en los casos normales en los que P lo es. Nuestro sentido común es correcto y no es necesario apelar a teorías pragmáticas complicadas para explicar porque nos parece aceptable decir que iremos a  esquiar si hay nieve en la montaña, aunque no lo haríamos si hay una avalancha, porque en dichas circunstancias lo que estaríamos diciendo sería literalmente verdadero.


Otra opción es conceder punto, pero rechazar la validez de reglas como el silogismo hipotético y adoptar otras reglas para describir el comportamiento lógico de los condicionales. Esta es la tercera estrategia (iii), que mencionaba y es la estrategia que originalmente motivo el surgimiento de muchas lógicas no-clásicas, como la relevantista (Ackermman 1956, Anderson & Belnap 1975, Raigosa Gómez 2012) Desafortunadamente, esta estrategia da pie a un juego de whack-a-mole en el que el anti-vernauclarista puede buscar un nuevo contraejemplo a la nueva regla lógica, y el vernacularista buscar otra ley lógica que evada el contra-ejemplo, y así sucesivamente.


Finalmente, si consideramos la segunda estrategia (ii), ésta implica aceptar que la forma lógica que determina si un argumento es, por ejemplo, un caso genuino de silogismo hipotético o transposición no es la forma lingüística. Esto significa que cuando hablamos de forma lógica no estamos hablando de forma lingüística. De tal manera que si queremos mantener la formalidad de la lógica, es decir, si queremos seguir manteniendo que las inferencias lógicas son válidas en virtud de su forma (o, por lo menos, que es imposible que haya inferencias de la misma forma, pero diferente estatus lógico) tenemos que entender la forma lógica como algo que no está en el lenguaje.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Qué es el Pluralismo Ontológico?

Los límites del Lenguaje en Wittgenstein

Condiciones de Verdad