Género y Raza

La cuestión de qué es lo que hace que una persona pertenezca o no a una categoría social como “mujer”, “mestizo”, “queer”, “burgués”, etc. –categorías que se conocen, entre otros nombres, como “categorías habitables” – ha ido adquiriendo cada vez un lugar mas central dentro de la ontología contemporánea. Es ampliamente aceptado que si somos o no, digamos, un hombre, puede depender de critrios tan variados como si nos identificamos como hombres, los demás nos tratan como hombre, es decir, esperan de nosotros ciertas cosas que comúnmente se esperan de los hombres, nos identifican como hombre, ganamos el tipo de salarios que ganan los hombres, tenemos cierto tipo de cuerpo, caminamos de cierta manera, vestimos de cierta manera y no otra, etc. El problema central para la ontología de las categorías habitables es: ¿qué peso debe darse estos diferentes tipos de criterios – la manera en que se identifica el propio invidividuo, cómo es visto y tratado por los otros, cuales son sus condiciones materiales de vida, qué marcas físicas disparan este tipo de reacciones, etc. en la determinación de la extensión de cada una de nuestras categorías habitables?

En una plática reciente, dentro del taller de diversidades de la UNAM, Siobhan Guerrero criticó los intentos por buscar una respuesta a este probleme que se aplique igual a toda y cualquier categoría habitable. Por ejemplo, es claro que las condiciones materiales son fundamentales para determinar quién es o no es un burgues o un proletario, pero no por ello debemos generalizar esto a otras categoría como las de género o de raza. Tal vez también sean fundamentales, peor tal vez no, y esta es una pregunta que debe resolverse caso por caso. En particular, sostiene Guerrero (si no la malentiendo), la respuesta que se dé para las categorías raciales ha de ser sustancialmente distinta que la que se dé para las categorías de género. Las diferencias históricas y políticas entre estas categorías son tan radicales, por ejemplo, que un respuesta que podría servir a la construcción de relaciones raciales mas justas, podría reforzar algunas injusticias de género si se aplica también a este tipo de categorías. Esto se debe a que las luchas y opresiones que han vivido las minorías de cada tipo son y han sido sustancialmente distintas. La manera en que se descrimina y se ha oprimido a las minorías étnicas ha sido radicalmente distinta a la manera en que se descrimina y se han oprimido a las minorías de género. Por ejemplo, no parece haber habido un fenómeno análogo al de la apropiación cultural como estrategia de borrado de las identidades raciales, en las historias del género. Consideremos mi ejemplo favorito, la situación de las minorías Kurdas en Turquía, cuyas manifestaciones culturales han sido sistemáticamente apropiadas por el nacionalismo Turco con el nefasto fin de borrar su carácter de étnia autónoma. No parece haber pasado algo similar en el caso de las minorías de género. Aunque es cierto que se han menospreciado y apropiado las contribuciones culturales de las minorías de género, no parece apropiado caracterizar este como un caso de apropiación cultural. Esto se debe a que la relación raza-cultura es mucho mas cercana a la relación género-cultura. Parece que, por lo menos prima facie, la pérdida de bienes culturales atenta mas en contra de la identidad racial que de la identidad de género. Esto significa que, dados sus antecdentes históricos tan distintos, la amenaza de la apropiación cultural para la identidad afro-americana es mas grave que para la identidad de mujer. Por eso parece justificado que las reacciones públicas a casos como el de Caitlyn Jenner y el de Rachel Dozal sean tan distintas, aunque es cierto – señaló Guerrero – que aún debemos tejer mas fino en las historias de género y la raza para determinar que tan realmente diferentes son ambos fenómenos.

Hace algunos meses, la filósofa mexicana Paloma Hernández había ya señalado que una de las diferencias mas notorias entra las diferencias raciales (y étnicas) y las de género  es que, mientras que a las primeras siempre las vivimos de lejos, las segundas son diferencias presentes en muchas de nuestras relaciones más íntimas. En otras palabras, la experiencia de convivir íntimamente con personas que pertenecen a otras categorías de género (ya sea como parientes, parejas, colegas, vecinos, etc.) es bastante común, pero no es tan común la experiencia de convivir íntimamente con personas que pertenecen a otras categorías étnicas y de raza (y de clase, añadiría yo). 

Siobhan Guerrero también tiene razón al señalar que una buena ontología de la raza y del género debe dar cuenta de este tipo de diferencias. Por ejemplo, debe dar cuenta de porqué testimoniar el género juega un papel tan central en la construcción de nuestra subjetividad, mientras que no parece haber algo análogo en el caso de la raza. En su presentación, Guerrero hizo alusión al importante papel que juega el deseo en  la identidad de género, y cómo éste parece estar ausente de nuestras identidades raciales. Prima facie, tal parece que una parte de pertenecer a un género u otro es desear ciertas cosas y no otras. No parece haber nada análogo en el caso de la raza, aun cuando en contextos como el de los Estados Unidos, la miscegenación sigue siendo un taboo importante y, en este sentido, también hay una dimensión de deseo en la construcción de las razas en ese contexto. Si Guerrero tiene razón, dado que el deseo es algo de lo que, por lo menos en nuestra psicología popular, es privado, subjetivo y, sobre todo, testimoniable, su importante rol en la constitución de nuestras identidades de género explicaría porque estas también son testimoniables, y no así las razos. Sin embargo, tal vez esto también pueda explicarse también a través de la distinción que señala Paloma Hernández: si la etnicidad se vive en comunidad con otros de nuestra misma categoría, eso puede explicar porque el reconocimiento del otro (especialmente del otro que pertenece a nuestro mismo grupo étnico) es mas importante para la identidad racial, que para la identidad de género. Pero aquí también es necesario profundizar mas.

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