Quineanos y Aristotélicos en Filosofía Analítica
Para un gran número de filósofos analíticos con
intereses metafísicos – aquellos que comparten lo que a partir de Tahko 2012 se
conoce como la “concepción quineana de la metafísica” – la pregunta central de esta
disciplina filosófica es ¿qué existe? (y ¿por qué?)
Stephen Laurence y Cynthia Macdonald, en su introducción a su volumen sobre
ontología contemporánea (1998), por ejemplo, caracterizan el objetivo de la
metafísica como “determinar … qué condiciones
han de ser satisfechas, para que algo –lo
que sea– exista” (Laurence y Macdonald 1998, p. 1. Traducción y negritas mías,
cursivas en el original), y añaden que “una de las preguntas centrales de la
metafísica es la de qué tipo de
cosas o entidades hay” (Ibidem. Traducción y negritas mías). Tal
parece que si hubiera que definir el objetivo de la metafísica, éste no sería
sino el estudio de la existencia.
Nótese que la pregunta no es sólamente qué entidades existen – después de todo,
la repuesta a esta pregunta es obvia: todas
ellas existen –, sino qué tipo de
entidades existen y qué tienen en común qua-entidades-existentes o reales. Esto
se debe al gran número de tipos
putativos de entidades de cuya existencia suele dudarse: entes abstractos o
meramente posibles, entidades de ficción, seres y sucesos del pasado o el
future, lo incognoscible, etc. Bajo esta perspectiva quineana, la tarea de la
metafísica es vislumbrar si este tipo de entidades existen o no. A estos tipos ontológicos
se les conoce como categorías.
En
oposición a la tradición quineana, muchos filósofos contemporáneos (Fine 2012,
Tahko 2012, etc.) han adoptado una perspectiva más bien aristotélica, según la cual la pregunta fundamental de la
metafísica no es qué existe, sino de qué
depende qué existan ciertos tipos de objetos u otros. En el centro de esta
tradición se encuentran preguntas cómo ¿qué relación hay entre lo concreto y lo
abstracto?, ¿existe lo abstracto de manera independiente de lo cocnreto? y si
no es así ¿qué tipo de dependencia se da entre ellos?; ¿qué es más fundamental:
lo concreto o lo abstracto? Para esta tradición, la pregunta no es si esta
entidad u otra depende de esta otra para existir, sino si entidades de
cierta categoria dependen de entidades
de otra. Establecer estas relaciones de fundamentalidad no es sino descubrir la
estructura del mundo.
Tanto Crane y Farkas (2004), como Lowe (2002) y Puntel (2002) –por mencionar
solamente tres introducciones a la metafísica recientes – señalan que toda
investigación metafísica tiene como objetivo descubrir la estructura fundamental de la realidad.
Como
bien señala Lorenz B. Puntel (2002), dentro de una tradición aristotélica, la
función filosófica fundamental de las categorías
es ayudarnos a estructurar la manera en que pensamos y hablamos –es decir nos representamos– el mundo. Dicha tarea
puede abordarse de dos maneras sustancialmente distintas, una ontológica y otra que E. J. Lowe (2002)
llama kantiana o semántica:
Si uno toma la cláusula “acerca del mundo” como si fuera la más importante..., entonces las categorías tendrían un estatus ontológico, ya que corresponderían con diferentes tipos de
entidades en el mundo… Pero si
entendemos “nuestras maneras de pensar y hablar acerca del mundo” en el orden
inverso...,
las categorías serán entendidas como si [trataran principalmente sobre] nosotros y nuestra manera de usar el lenguaje en general. (Puntel 2002, p. 110. Traducción
mía, cursivas en el original)
Tanto filósofos quineanos como
aristotélicos están interesados en las categorías primariamente en su sentido
ontológico. En otras palabras, no les interesa tanto cómo clasificamos a las
entidades, sino de qué diferentes tipos son.
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