Ciencia y Realidad
Una de las cuestiones centrales de la metafísica es ¿qué es real? y una de las respuestas mas comunes que se han dado a lo largo de la historia de la filosofía occidental es que lo real es aquello que nuestras mejores teorías (sobre lo real/sobre el mundo) nos dicen (que es real). Gracias al famosísisimo artículo de Quine “sobre lo que hay”, actualmente solemos dividir esta pregunta en tres preguntas distintas que precisan tres partes de esta pregunta:
- primero, ¿qué fenómenos deben explicar nuestras mejores reorías?, es decir, ¿qué explananda es adecuada? es decir, ¿qué queremos decir por “sobre lo real/sobre el mundo”, en la pregunta original?
- segundo, ¿qué teorías/modelos/explicaciones [explanans] son lo suficientemente buenas como para garantizar que lo que dicen sea real? es decir, ¿qué queremos decir por “nuestras mejores teorías”, en la pregunta original?
- tercero, el así-llamado problema del compromiso ontológico/metafísico, a saber, una vez que tenemos una explicación/modelo/teoría adecuada de un fenómeno adecuado, ¿qué conclusiones sobre el mundo/lo qué es real podemos sacar de ello?
Sergio Martínez (2010) expresa así lo intuitivo de la segunda pregunta:
“… por supuesto, la idea no puede ser que cualquier clase o tipología que tiene poder explicativo en un cierto contexto es parte de lo que hay. [Hay] una diferencia entre generalizaciones accidentales y generalizaciones con poder explicativo, [y por ello] llegar a una caracterización de lo que hay requiere hacer distinciones, requiere de una poda…” (Martínez 2010: 100)Todo el debate acerca de qué significa qué una teoría sea mas o menos simple/compleja que otra cobra sentido al interior de la segunda pregunta (el artículo de Quine, a propósito, se centra en la tercera, la cual me parece la menos interesante); en particular, en específicar la idea vaga de que nuestras mejores teorías no pueden ser ad-hoc. A mis alumnos les digo, por ejemplo, que una buena teoría / explicación / modelo tiene que ser tan complejo como tiene que ser, ni más, ni menos. Como consejo a estudiantes de primer semestre, es una buena manera de decirlo, como tesis metodológica, obviamente no.
Es también muy interesante que, muy probablemente, esta segunda pregunta no es simplemente la pregunta de qué hace una teoría mejor a otra, es decir, cuales son las virtudes epistémicas a las que debemos apelar para evaluar nuestras teorías / tesis / modelos / explicaciones, etc. sino una pregunta ontológica mas específica, a saber, cuales son las virtudes epistémicas a las que debemos apelar para evaluar si nuestras teorías / tesis / modelos / explicaciones efectivamente nos dicen algo sobre lo qué es real. Mucha gente piensa, por ejemplo, que una teoría interesante es mejor que una aburrida, sin embargo no parece que esta sea del tipo de virtudes relevantes para responder esta segunda pregunta ontológica. En otras palabras, no parece que el que una teoría sea mejor que otra en el sentido de ser mas interesante que aquella nos diga nada, ni siquiera prima facie, sobre si es mas reveladora sobre lo que es real que la otra o no. Hay un debate interesante acerca de qué tipo de virtudes son de este tipo y qué tipos de virtudes sí son relevantes para el proyecto ontológico. Presumiblemente, las así-llamadas ‘virtudes veritistas’ – entre las que se encuentra la simplicidad – son de este segundo tipo, pero no es claro que todas las virtudes epistémicas sean de este tipo o no. Miguel Ángel Fernández, por ejemplo, ha trabajado la cuestión de si el entendimiento es una virtud epistémica no veritista (Fernández 2011), mientras que Sergio Martínez (2010) ha cuestionado que sólo las virtudes veritistas sean relevantes para el proyecto ontológico.
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