El Sentido de la Ontología

Comúnmente, cuando los filósofos han tratado de definir la realidad lo han hecho de manera negativa, como aquello que no depende denosotros, es decir, de nuestras subjetividades, convenciones, maneras de ser y de vivir. Por eso los mosquitos son reales y los ratones voladores que me acabo de imaginar no. Luego entonces, hay una intuición filosófica generalizada de que, en la gran mayoría de las verdades hay involucrado algo que es así independientemente de nosotros. Lo que hace que, por ejemplo, sea verdad que el cielo sea azul es un hecho físico independiente de nosotros, y lo que hace que sea verdad que algunos animales sean mamíferos es precisamente ese hecho natural.
En este sentido, la ontología surge de la necesidad de conciliar dos fuertes intuiciones: 
1. Por lo menos parte de lo que pensamos, sentimos, percibimos, decimos, etc. depende de alguna manera de nosotros mismos: de cómo somos, tanto a nivel personal como colectivo y hasta como especie. Así como nuestro aparato visual restringe lo que podemos ver, nuestro aparato cognitivo restringe lo que podemos pensar y nuestro lenguaje restringe lo que podemos decir. Nuestras creencias, deseos, experiencias están mediadas por nuestras circunstancias materiales y culturales.
2. Por lo menos parte de lo que pensamos, sentimos, percibimos, decimos, etc. depende de alguna manera de cómo es el mundo y, mas en particular, de aquello que sentimos, percibimos y de lo que pensamos y decimos. Si el mundo fuera suficientemente distinto a como de hecho es hablaríamos distinto, pensaríamos cosas distintas y lo percibiríamos distinto. Por mucho que mi aparato cognitivo restringe lo que puedo percibir por ese sentido, es claro que si efectivamente veo un chupamirto fuera de mi ventana es (por lo menos en una parte sustancial) porque hayun chupamirto allá afueraen el mundo.
Es por (2) que la verdad es una buena guía para conocer el mundo; es por (1) que, sin embargo, es una guía imperfecta y que es necesario un trabajo filosófico profundo – es decir, es por ello que es necesario el trabajo ontológico – para distinguir qué tanto de nuestra visión del mundo se debe a cómo somosnosotros y qué tanto se debe a cómo es el mundo externo.
En otras palabras, una vez que reconocemos que el contenido de nuestra experiencia, pensamiento, lenguaje, etc. está determinado tanto por nosotros como por el mundo, no es de sorprender que nos surge la pregunta de cuanto y exactamente qué contribuyen cada uno de ellos. Una vez que aprendemos sobre la especificidad de, por ejemplo, nuestro sistema de visión, o de nuestro lenguaje, de nuestras prácticas epistémicas, etc. inmediatamente surge la pregunta de cómo sería ver desde un sistema de visión distinto, describir el mundo desde un lenguaje distinto, acercarse a la realidad desde unas prácticas epidémicas distintas, etc. Nos preguntamos cómo sería ver al mundo con otros ojos, escucharlo con otros oídos, pensarlo con otros conceptos, etc. Una vez que aprendemos sobre las limitaciones de nuestros sistemas perceptuales, representacionales, conceptuales, etc. nos surge inmediatamente la preocupación por qué aspectos del mundo estamos dejando de percibir, de concebir, o de conocer por nos contar con sistemas perceptuales, representacionales, conceptuales, etc.suficientemente afinados. Y de ahí es un breve salto conceptual el que nos lleva a pensar en cómo sería nuestra relación con el mundo si no tuviéramos ninguna de esas limitaciones; si pudiéramos ver al mundo sin las limitaciones de ningún aparato perceptual sino directamente, desde la perspectiva de ningún lado; si pudiéramos comprenderlo sin las limitaciones de nuestro aparato cognitivo, ni los prejuicios de nuestro situación social concreta; si pudiéramos describirlo en un lenguaje ideal, sin las limitaciones de los lenguajes naturales concretos, etc. En otras palabras, si pudiéramos verlo, concebirlo, conocerlo tal y como es y no como se nos aparece; como lo vería Dios, entendido no como una deidad moral o metafísica sino como un ideal epistémico de pureza. Es ahí donde la ontología cobra sentido, como búsqueda de la respuesta a esta tan natural curiosidad por distinguir lo objetivo de lo subjetivo.
Para algunas de estas limitaciones, podemos cambiar literalmente, por ejemplo, el lenguaje que hablamos, o el método científico que aplicamos. Para otras, hemos desarrollado nuevas tecnologías que nos permiten, por ejemplo, ver mas allá de las limitaciones naturales de nuestros ojos. Para suplir otras limitaciones nos acercamos a otros. Aprendemos sobre cómo ven ellos, cómo piensan, cómo investigan, etc. y aprendemos así también sobre cómo lo hacemos. Y aquí es donde la ontología se vuelve empírica, social, antropológica. Para entender otro tipo de limitaciones, el conocimiento empírico también es útil y nos acercamos a la ciencia, la fisiología de los sentidos, la psicología cognitiva, etc. Pero hay otras limitaciones que no podemos suplir con ciencia, ni natural, ni social, y para la cual a los filósofos no nos queda mas que echar a volar la imaginación y confiar en experimentos mentales e intuiciones. Todas estas prácticas metodológicas son importantes

Comentarios

  1. Me parece que hay más que un "breve salto conceptual" entre saber cómo sería ver desde un sistema perceptual disintó (incluso al limite de la investigación, desde *cualquier sistema perceptual posible*), y saber cómo sería ver desde ningún aparato perceptual, es decir tener una perspectiva de ningún lado.

    El "salto conceptual" parece consistir en identificar una suma (o sintesis) de perspectivas posibles con una ausencia de cualquiera perspectiva particular. Pero esta identificación es paradojica: obviamente, no veríamos nada sin un aparato perceptual, entonces esta perspectiva de ningún lado debe de ser vacia, y cómo se podría identificar el vacío con una suma de perspectivas posibles? Para resolver la paradoja, el realista tiene que asumir que esa "perspectiva de ningún lado" no es realmente una perspectiva, sí no algo distinto que "genera" varias perspectivas y que existe en sí mismo. Y eso me parece ser más que un "breve salto conceptual".

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    1. Tienes toda la razón. Voy a añadirlo a mi borrador, si no te molesta. Tenía una preocupación cercana desde hace tiempo, pero creo que la has articulado tú muy bien. Traté de escribir al respecto hace muchos años cuando trabajaba sobre consecuencia lógica

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  2. ¡Excelente! La idea de que, de cierta forma existe lo que pensamos (por lo menos como pensamiento), recuerda a la noción de Parménides de que una y la misma cosa son ser y pensar. Axel, si yo estuviera en la UNAM, tendrías que darme clases. Aunque he notado que ahí casi no se hace filosofía analítica de la religión.

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