Lecturas de filosofía mexicana contemporánea

Este año he estado leyendo más libros de mis colegas mexicanos de lo que solía hacer en años anteriores. En este momento em encuentro leyendo, entre otros, los libros más recientes de Guillermo Hurtado (en borrador), Carlos Pereda (cuyo nombre aparece como autor tan seguido que ahora ya no es el más reciente, sino que ya salieron dos más), Luis Canela (cuyo  libro acabo de presentar) y Ambrosio Velasco, además del libro, ya no tan nuevo (del 2012), de Ana Rosa Pérez Rasanz con Olimpia Lombardi. Del de Ambrosio, desde el principio me concentré en el capítulo sobre el debate entre liberalismos positivista (antecedentes, supongo yo, de los después conocidos como “tecnócratas”) y humanista, porque aunque le he oído a Ambrosio hablar ya sobre él, quería ahora poder leer su visión más reciente de las cosas y por escrito. ¡Qué debate tan espeluznante! Como positivista irredento, me dio especial terror ver cómo se usa la noción de “ciencia” para justificar autoritarismos y dictaduras. ¡Qué triste!

En ese mismo capítulo, Velasco escribe que “…el pensamiento iberoaméricano se caracteriza, según Gaos, por su proyección pedagógica y política, por integrar la elegancia de la forma literaria con el contenido filosófico, la argumentación con la retórica persuasiva, y se manifiesta ante todo en el ensayo, muchas veces de carácter polémico” (p. 231). Si eso es la filosofía iberoaméricana, yo paso de ella. Afortunadamente, Gaos estaba equivocado. Desafortumadamente, mucha gente se lo ha creído, o por lo menos actúa como si fuera cierto. No se me malinterprete, no tengo problemas con la retórica persuasiva. Me parece central al quehacer filosófico, sí, pero el resto… 



Hablando de la otra filosofía iberoaméricana. He seguido leyendo el “Validez, inferencia e implicaturas” de Hugo Margain (1979) y ¡tremendo artículo! Palabra por palabra es de lo mejor que he leído en tiempos recientes, no sólo de filosofía mexicana sino de filosofía tout court. Está lleno de ideas que son al mismo tiempo, brillantes, de sentido común y profundas, y presentadas de manera clara (y muy polémica, para que esté contento Ambrosio, je je). Toca todos los temas centrales de la filosofía de la lógica, por lo menos como la entiendo yo – pese a no contener casi ninguna fórmula. Es de esos artículos que uno agradece que existan para no tener que escribirlos. En particular, a ḿi me da gusto lo claro que deja el punto de que el proyecto relevantista de Grice (continuado después por Wilson y Sperber, entre otros) y el proyecto relevantista de Anderson y Belnap, entre otros, ambos surgen de tratar de resolver el mismo problema básico de la filosofía de la lógica, a saber, qué relación hay entre lógica y cómo de hecho usamos el lenguaje – no en balde, el texto fundacional de Grice se llama “Lógica y Conversación”, pues se trata centralmente sobre la relación entre lógica y conversación, ni más ni menos.  En particular, ambos proyectos tratan de explicar si es posible que haya algo que sea verdadero pero inaceptable (en un momento dado dentro de una conversación) y ambos exploran la misma respuesta: que sí es posible, si dicha verdad es irrelevante. Por lo tanto, es importante recordar que el fenómeno de la relevancia es el mismo en ambos proyectos.


Por supuesto, dado que es solo un artículo (bueno, en realidad, es tan largo que apareció en dos partes, así que no sé si cuenta como un artículo o dos), algunos temas no están desarrollados a suficiente detalle  o profundidad. Por ejemplo, se despacha a la lógica relevantista rápidamente llamándola “ una teoría de enorme torpeza y complejidad y con muy poca profundidad y fuerza explicativa.” (p. 75, del artículo original en Crítica)  


Ya saqué de la biblioteca su libro, que recopila sus artículos, para ya no tener que seguir leyéndolo en la pantalla y ahora estoy leyendo los comentarios que hizo MarkPlatts a este artículo en su introducción al volumen. Según Platts, el interés central de Margain es la relación entre el lenguaje natural y el lenguaje artificial de la lógica. Pero esta manera de presentar el problema me parece imprecisa. Margin deja claro que aunque los llamemos “lenguajes artificiales”, los sistemas de fórmulas que usamos en lógica matemática no son lenguajes en un sentido sustancial. Por eso Margain dice que los de la lógica matemática parecerían ser lenguajes nuevos (p. 92 de la  re-edición de 1998) pero, en sentido estricto, no lo son (como bien insistía Wittgenstein, su papel es diferente: es mostrar formas lógicas, pero eso lio estoy añadiendo yo. No lo dice Margáin, por lo menos, no en lo que llevo leído hasta ahora). Como no son lenguajes, no tienen enunciados ni argumentos. Las fórmulas bien formadas no son enunciados genuinos ni podemos formar argumentos con ellos. Por lo tanto, no puede haber validez tampoco. Cuando hablamos de la validez de argumentos formales, en realidad estamos hablando de la validez de los argumentos cuya forma lógica corresponde o de alguna manera está expresada en dichas fórmulas.


Para Margain, la validez es la virtud que tienen los argumentos de que (1) es imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa (p. 90 de la re-edición de 1998) (2) y lo mismo se cumple en todos los argumentos de la misma forma lógica (pp. 91-2 de la misma re-edición). Ahora bien, las formas lógicas pueden estudiarse ante rem o in re, es decir, en independencia de su instanciación en los lenguajes naturales o no. Según Margain, la lógica matemática logró grandes avances en el siglo XX gracias a que empezó a practicarse y desarrollo herramientas útiles para estudiar las formas lógicas ante rem.



Mas adelante, el capítulo debate la complicada relación entre validez lógica e inferencia racional. Creo que runa de las moralejas mas importantes de esa sección del capítulo es que es un error grave y generalizado el pensar que el que una proposición se siga lógicamente de otra establece algún tipo de dependencia de la verdad de la primera a la verdad de la segunda. Recordemos que mientras que la relación de dependencia es jerárquica, la de validez deductiva no lo es.  Aun más, diría yo, es un error grave y generalizado en filosofía pensar que en un argumento, es decir, en lo que en lógica llamamos “argumento” (es decir, entre los posible relata de la relación de consecuencia lógica), no lo que llamamos “argumento” en nuestro castellano cotidiano (aunque tampoco ahí),  las premisas vienen primero y la conclusión después en algún sentido sustancial (en vez de ser, a lo más, una mera convención notacional). Ahí Margáin deja claro como la estructura causal de una inferencia no tiene porque reflejar (ni mucho menos debe confundirse) con la estructura de un argumento. A no todo argumento deductivamente válido le corresponde una inferencia racional ni viceversa. Los ejemplos más obvios son argumentos deductivamente validos como los dela forma "A por lo tanto A”. El que no correspondan a ninguna inferencia válida no les quita la validez lógica. Pero, obviamente, a Margáin le interesan mas bien los argumentos que generaron el debate relevantista, es decir, argumentos de la forma "A por lo tanto A o B” y “A y no A, por lo tanto B”. Otra vez, el tema de la “relevancia” vuelve a ocupar un lugar central en esta parte del capítulo.


Al mismo tiempo, ya terminé de leer el capítulo sobre liberalismo del libro de Ambrosio y me hubiera gustado mucho que hubiera entrado en más detalle en cuales eran las diferencias controversiales entre el libro de lógica “positivista” de Alejandro Baine y el libro de lógica “humanista” “Krausiano” que defiende José María Vigil. Sin esa información, me costó mucho trabajo entender, a nivel de ideas a argumentos, de que iba el debate entre liberales positivistas y humanistas. Tal vez tenga que ir a buscar los artículos de María Vigil en el universal (1891).


Hugo Margáin (1976). Validez, inferencia e implicaturas I. Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía, 8(23), 63-98. https://doi.org/10.22201/iifs.18704905e.1976.189

Ambrosio Velasco (2023) El devenir de la filosofía mexicana a través de sus tradiciones y controversias, Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM. ISBN: 978-607-30-6846-8

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