El susurro de dios
Es viernes por la noche y estoy en casa leyendo “Rock and Roll Stories”, el segundo libro aurtibiográfico de la fotógrafa (artista plástica, manager, cantante y otras cosas) Lynn Goldsmith. El primero, Photodiary, me encantó, por lo que compré este segundo volúmen tan pronto como lo ví en oferta. Desafortunadamente, no es una continuación de aquel libro sino una versión extendida y revisada, lo que significa que gran parte de este libro es aquel viejo libro, insertado palabra por palabra dentro del nuevo. De cualquier manera, su historia es fascinante. Soy mas fan de ella como personaje creativo que de sus fotografías, a decir verdad.
A lo lejos, en el patío de mis vecinos, se ha organizado una fiesta de música electrónica (en este momento suena Moby y he reconocido otro par de canciones) llamada “Posada Tech” y la música ha estado muy buena.
Ayer tuve un excelente día: una excelenete conversación filosófica con Fabiola López sobre cómo aplicar la lógica formal en la filosofía política. Como bien sabemos, no actualizamos nuestros estados epistémicos solamente a partir de qué evidencia tenemos disponible, sino también a partir de otros criterios no obviamente epistémicos. Entre ellos, a Fabiola le interesan aquellos compromisos ideológicos que adquirimos como parte de nuestra identidad como miembros de ciertas identidades. Si bien este fenómeno es harto conocido, no conozco otro intento de modelarlo dentro de la lógica epistémica dinámica y le deseo mucho éxito a Fabiola.
Tal vez lo más interesante de nuestra conversación fue cuando me explicó cómo muchas de sus ideas alrededor de este tema fueron inspiradas en su trabajo previo sobre Leibniz. Me explicó que, para Leibniz, el acto es manifestación del ser y el ser se fundamenta desde la normatividad. Esto invierte el orden tradicional entre el ser y el deber ser y abre posibilidades muy interesantes de reflexión sobre esta relación.
Pero esa no fue la única razón por la cual fue un gran día. En la tornamesa del comedor, escuché un par de excelentes discos: “Panic of Looking” (2011) de Brian Eno con Rick Holland y “Mad House” (1976) de Silver Convention, un disco que no me convenció mucho la primera vez que lo puse, pero que ayer puse dos veces seguidas y como empezó a llover, en la noche vi una muy buena película con mi novia (Por una rara ocasión tanto ella como yo queríamos ver la misma): “American Honey” de Andrea Arnold. Aunque dos horas y cuarenta minutos es demasiado, vale mucho la pena. Es una película muy hermosa y humana. En la noche, también discutimos un video sobre cine que argumentaba que el buen cine retrata la realidad tal y como ésta es en vez de retratar la realidad tal y como ella es retratada en el cine; que la diferencia entre una película que hace referencia a otra película y una película que usa un cliché es que, detrás del cliché no hay nada. Y antes de comer, me dí un tiempo para realizar el siguiente video para acompañar una pieza musical que terminé hace un par de días:
Tal vez lo más interesante de nuestra conversación fue cuando me explicó cómo muchas de sus ideas alrededor de este tema fueron inspiradas en su trabajo previo sobre Leibniz. Me explicó que, para Leibniz, el acto es manifestación del ser y el ser se fundamenta desde la normatividad. Esto invierte el orden tradicional entre el ser y el deber ser y abre posibilidades muy interesantes de reflexión sobre esta relación.
Pero esa no fue la única razón por la cual fue un gran día. En la tornamesa del comedor, escuché un par de excelentes discos: “Panic of Looking” (2011) de Brian Eno con Rick Holland y “Mad House” (1976) de Silver Convention, un disco que no me convenció mucho la primera vez que lo puse, pero que ayer puse dos veces seguidas y como empezó a llover, en la noche vi una muy buena película con mi novia (Por una rara ocasión tanto ella como yo queríamos ver la misma): “American Honey” de Andrea Arnold. Aunque dos horas y cuarenta minutos es demasiado, vale mucho la pena. Es una película muy hermosa y humana. En la noche, también discutimos un video sobre cine que argumentaba que el buen cine retrata la realidad tal y como ésta es en vez de retratar la realidad tal y como ella es retratada en el cine; que la diferencia entre una película que hace referencia a otra película y una película que usa un cliché es que, detrás del cliché no hay nada. Y antes de comer, me dí un tiempo para realizar el siguiente video para acompañar una pieza musical que terminé hace un par de días:
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