Sobre los presuntos pensamientos deícticos

La teoría tradicional dice que es a través de pensamientos esencialmente deícticos que podemos pensar sobre nosotros mismos. Sin embargo, al hablar de pensamientos deícticos estamos hablando, a lo más, metafóricamente ya que el predicado deíctico está definido primariamente sobre términos con contenido convencional y se aplica a aquellos términos cuyo contenido semántico convencional puede ser dado por una regla que apela a información contextual entendida en un sentido Kaplaniano, es decir, quién es el hablante, cuando se hace el uso, etc. En semántica, se postula lo deíctico con el fin de explicar cómo la misma palabra refiere a cosas distintas en distintos contextos sin cambiar de significado (Barceló, en prensa). Para defender una teoría deíctica de los pensamientos de uno mismo, este tipo de pensamientos deberían mostrar características análogas, deberíamos encontrar algo así como el mismo concepto mental refiriendo a cosas distintas en distintos contextos sin cambiar de significado. Algo así como sostener que hay un concepto general EGO que poseemos todos los que somos capaces de pensar sobre nosotros mismos y que refiere en diferentes contextos – es decir, en diferentes mentes – a diferentes personas, todas relacionadas de la misma manera (siendo quienes usan el concepto) con el mismo concepto. Es esta regla general la que hace deíctico al concepto EGO.

Millikan (y, según acabo de aprender de escuchar a Santiago Echeverri, luego Perry, Recanatti, Dennet, et al.) han criticado las propuestas deícticas argumentando que no logran explicar bien el que nuestros pensamientos sobre nosotros mismos estén ligados de manera especial con nuestra disposición mental a actuar (de una manera que no están ligados nuestros pensamientos sobre todo lo demás). Es decir, lo que debe explicarse es el rol funcional especial de nuestros pensamientos sobre nosotros mismos y la manera en que los deícticalistas tratan de hacerlo no funciona: no hay razón para pensar que hay algo así como el concepto indexical ego en vez de un montón de conceptos distintos que posee y emplea cada uno de nosotros para pensar sobre nosotros mismos. Yo, por ejemplo, poseo un concepto AXEL que uso cada vez que pienso sobre mí mismo, mientras que Santiago usa otro concepto, SANTIAGO, que juega un papel análogo en el pensamiento de Santiago

         Por ello, los defensores de la propuesta deíctica no pueden apelar al concepto general EGO sin cometer una petición de principio. En particular, no podemos defender la propuesta deíctica diciendo que es la que mejor explica el contenido del concepto general EGO sin cometer una petición de principio ya que parte central de la propuesta alternativa, Millikiana, es que no existe tal concepto general. Cuando Santiago piensa que alguien habla de él, según el deícticista, usa el concepto EGO para pensar sobre sí mismo, mismo concepto que otros podrían usar para pensar de sí mismos; mientras que para el Millikaniano, Santiago usa un concepto SANTIAGO para pensar sobre sí mismo, mismo concepto que nadie más podría usar para pensar sobre sí mismo, porque sólo Santiago es el referente de SANTIAGO. El rol funcional amplio de nuestros pensamientos sobre nosotros mismos puede explicarse así, de ambas maneras. 

Según Santiago Echeverri, si uno quiere explicar la cognición humana a través de leyes o reglas generales, la explicación deicticista tiene una ventaja relativa sobre la Millikaniana ya que el concepto EGO es el mismo y la regla deíctica que determina su referente es absolutamente general. Los Millikanianos, en contraste, no pueden porque el concepto no es el mismo. Ni siquiera el rol funcional es el mismo. Creo que Santiago tiene razón, pero no necesitas mismidad para tener generalidad. Efectivamente, los deícticistas explican la generalidad a través de la identidad que, en cierto sentido, es la manera mas simple de obtener la generalidad necesaria para formular reglas generales. No es necesario que los roles funcionales de AXEL y SANTIAGO sean exactamente los mismos para que su comportamiento en tanto componentes de pensamientos que Santiago y yo tenemos sobre nosotros mismos pueda explicarse por reglas generales, basta que tengan en común las características relevantes. Por eso, las Millikanianas podemos responder al reto de Echeverri.

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