¿Para qué sirve el lenguaje?
Pre-teóricamente, el lenguaje es filosóficamente importante porque media nuestra relación con
•El mundo
•El pensamiento
•Los otros
Durante algunos años, el estudio filosófico del lenguaje se centro en alguna de estas relaciones dejando ‘para después’ ofrecer una imagen unificada que integrara cada una de estas tres dimensiones. Pero para mediados del siglo pasado, empezaron a aparecer intentos mas serios de ofrecer tal imagen unificada.
Desafortunadamente, tal unificación no ha sido sencilla, en tanto las propuestas que han emergido dentro de cada una de estas tradiciones han sido no siempre complementarias, como sería optimista esperar, sino en competencia, es decir, ofrecían explicaciones alternativas de los mismos fenómenos. Por ejemplo:
Si pensamos al significado en términos de la relación lenguaje-mundo, es normal pensarlo en términos de condiciones de verdad y referencia, pero si ponemos el acento en la relación lenguaje—pensamiento, entonces será mas natural pensarlo en términos de su potencial de afectar nuestro estado mental; finalmente, si ponemos el acento en la dimensión socio-intersubjetiva del lenguaje, sería mas natural pensar en el significado como las reglas de uso de una expresión.
De manera análoga, aunque nos parezca natural pensar a la verdad en términos de la relación lenguaje-mundo, como correspondencia, también podemos pensarla en su dimensión social como el acuerdo, muchas veces contextual y provisional, de dar algo por dado.
Las dimensiones mental e intersubjetiva del lenguaje tienen una ventaja epistemológica sobre la dimensión referencial, pues prima facie, podemos observar el comportamiento lingüístico de la gente y tenemos cierto acceso epistémico directo, aunque derrotable, a través de la introspección a los pensamientos que intentamos comunicar lingüísticamente y a los contenidos que captamos al interpretar los actos lingüísticos de otros. Sin embargo, no tenemos ningún acceso epistémico directo a las relaciones referenciales. Tenemos que inferirlas de nuestra sistematización de lo que sí es mas accesible directamente: otra vez, el comportamiento lingüístico y nuestras intuiciones semánticas derrotables.
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