Sobre colores básicos y derivados en Wittgenstein


[Investigación realizada con Salma Saab]

Tradicionalmente, las teorías del color suelen ordenar los colores en una estructura jerárquica, partiendo de unos cuantos colores básicos y definiendo a los demás como derivados de éstos. A lo largo de su carrera filosófica, Wittgesntein estubo fascinado por esta manera de ordenar los colores. En tanto la estructura lógica de nuestros representaciones fue uno de los temas centrales del pensamiento Wittgensteineano, no es de sorprender que al filósofo vienés le intrigara la naturaleza misma de esta supuesta estructura de los colores.

Sus reflexiones sobre este tema parten de darse cuenta de que hay diferentes sentidos en los que de hecho decimos que un color es básico u otro es derivado. Por ejemplo, cuando decimos del verde que es un color básico, puede ser que no estemos sino reportando una regularidad o regla en el uso de nuestro término verde y su relación con otros términos similares, en particular, con los términos “azul”, y “amarillo” (junto con sus variaciones “azulado”, “verdoso”, “amarillento”, etc.) (Wittgenstein, 1977, §§25, 26). Puede ser que no estemos sino reportando el hecho lingüístico de que existen en nuestro vocabulario las expresiones “verde amarillento”, “verde azulado”, “amarillo verdoso”, etc., pero no “azul amarillento” ni “amarillo azulado”.  (§7) En otras palabras, la palabra “verde” es básica en nuestro vocabulario de colores (en el español, por ejemplo) porque muestra un cierto patrón sintáctico-semántico similar al de otros términos de color que también consideramos básicos como el rojo y el amarillo. Al igual que “rojo”, “amarillo”, “azúl”, etc. – y a diferencia de adjetivos como “carmesí” o “celeste” – (i) “verde” sirve de base para expresiones complejas de color como “verde amarillento” donde “verde” aparece modificado por un adverbio derivado de otro color básico (como el amarillo, en este caso) (Moure 1994), además (ii) “verde” acepta una variación adverbial – “verdoso” – para calificar otros términos de color, dando pie a expresiones como “azul verdoso” y “amarillo verdoso” (mientras que no existe la expresión “azul carminoso”, por ejemplo), y (iii) no equivale semánticamente a ninguna otra expresión compleja de este tipo, es decir, no podemos decir de las cosas verdes que son  de un color “azul amarillento” ni “amarillo azulado”, así como sí podemos decir, por ejemplo, del turquesa que es un tipo de azul verdoso.

Nótese entonces, que “verde” se relaciona gramaticalmente con “azul” y “amarillo” que no tiene con otros colores básicos, como el rojo. Mientras que podemos usar variaciones de “verde” para modificar “azul” y “amarillo”, no podemos hacer lo mismo con “rojo”, es decir, no existe el “rojo verdoso”; y vice versa, tampoco podemos usar ninguna variación de “rojo” para modificar el “verde”, es decir, no existen las expresiones “verde rojizo” ni “rojo verdoso”.

Podemos seguir a Goethe y expresar este hecho lingüístico diciendo que el verde es el color intermedio entre el amarillo y el azul (ya que no hay ningún otro color básico entre el verde y el azul, es decir, no hay ningún otro adjetivo de color que se relaciones sintáctica y semánticamente con “verde” y “azúl” de la manera que “verde” se relaciona con “amarillo” y “azul”, ni entre el amarillo y el verde). Sin embargo, presentar así su carácter básico es equívoco pues este nuevo concepto (el de “color intermedio’) sugiere que hay un cierto tipo de orden entre los colores, según el cual el verde se encuentra entre el azul y el amarillo. Uno podría pensar, por ejemplo, en el orden que inducen los espectros cromáticos, pues efectivamente el verde comúnmente se encuentra entre los ya mencionados colores azúl y amarillo. Sin embargo, hablar así no hace sino oscurecer la diferencia entre colores básicos y derivados que queremos entender. En el espectro cromático es continuo, así como el verde está entre el amarillo y el azul, el amarillo también se encuentra entre el verde y el naranja. Dado que, el espectro cromático, todo color está entre dos otros, bajo este criterio, todo color sería básico y la distinción entre colores básicos y derivados se perdería.

Es necesario, por lo tanto, encontrar otra manera de explicar estos hechos lingüísticos. Podríamos decir, por ejemplo que el verde surge de mezclar el amarillo y el azul. Pero aún esta última afirmación es ambigua porque la noción misma de mezclar colores es ambigua. Si mezclamos pigmentos azules y amarillos (por ejemplo, en pintura) sí obtenemos un pigmento verde, pero si mezclamos haces de color azul y amarillo, no obtenemos un haz de color verde. ¿Significa esto entonces que el verde es un color básico, o derivado del amarillo y el azul? Por un lado, en el sistema de colores que se usa en las pantallas y proyectores de video, los colores básicos son el verde, el rojo y el azul. En el caso de los proyectores, el resto de los colores se producen de la combinación de haces de estos tres colores. Sin embargo, también sabemos que si mezclamos pintura azul y pintura amarilla, obtenemos pintura verde. ¿No significa esto por lo tanto que el verde no es un color básico, sino derivado? Por el otro lado, cuando reportamos introspectivamente nuestra experiencia del verde, no vemos rastros de otro color en él, ni de amarillo, ni de azul. ¿No significa esto por lo tanto que el verde es un color básico? ¿Cómo resolvemos esta aparente paradoja? En sus Observaciones, Wittgenstein ofrece la siguiente solución: Debemos ser cuidadosos al distinguir diferentes usos de los términos de color. A veces, usamos las palabras “rojo”, “verde”, “amarillo”, etc. para hablar de los colores que llevan estos nombres, pero otras veces mas bien los usamos para hablar de objetos, o para reportar nuestras propias introspecciones sobre nuestras experiencias de color, etc. Hablar de “básico” o “derivado”, de “mezclar” colores o de un color estando “entre” otros dos significa diferentes cosas en cada uno de estos usos; y aún dentro de un mismo uso, pueden haber varios sistemas de colores, cada uno con su propia distinción entre colores básicos y combinados.

En general, la lección de Wittgenstein es que debemos distinguir tres diferentes relaciones  entre colores, cualquiera de las cuales comúnmente reportamos usando expresiones como ser la mezcla de o estar entre; de tal manera que un color C es la mezcla de otros colores si:
  1. Puede expresarse por un término complejo formado por otros términos de color. Por ejemplo: amarillo verdoso o azul celeste. 
  2. Ser el resultado de la mezcla de pigmentos. Por ejemplo, el naranja resulta de mezclar pigmentos rojos y amarillos.
  3. Ser el resultado de la mezcla de luces. Por ejemplo, el amarillo surge de la mezcla de luces verde y azul.
  4. Detectar otro color al reflexionar sobre nuestra experiencia de dicho color. Por ejemplo, al reflexionar sobre mi experiencia del morado, detecto algo de rojo en él.
Asociados a estos tres sentidos, podemos identificar también tres sentidos de color básico:
  1. No ser equivalente a una expresión compleja formada por otros dos términos lingüísticos. 
  2. No ser el resultado de la mezcla de pigmentos. 
  3. No ser el resultado de la mezcla de luces.
  4. No se detecta otro color al reflexionar sobre nuestra experiencia de dicho color. 
No es que tengamos un concepto de verde que usamos cuando hablamos de objetos, otro que usamos cuando reportamos nuestra percepción del de color y otro cuando hablamos del color en sí mismo. No, el concepto verde (y el color verde) es uno, pero sus propiedades lógicas-gramaticales-necesarias se manifiestan de manera distinta en cada uno de estos usos. Ciertas propiedades (y relaciones) del verde son relevantes cuando lo usamos para hablar de objetos y otras para hablar de experiencias o de colores. Pero todas ellas son propiedades del mismo concepto de verde. 

En consecuencia, el verde es un color básico en los sentidos (i), (iii) y (iv), pero no en (ii).  El verde es un color básico en el sentido lingüístico del que hablamos al principio de este artículo; también es uno de los haces de colores básicos, por ejemplo, en los proyectores de video; y no detectamos otro color al reflexionar sobre nuestra experiencia de verde. Sin embargo, no es un coloro básico en el sentido (ii) porque es verde el pigmento resultante de mezclar pigmentos azul y amarillo.

De estos sentidos, Wittgenstein se centra en el sentido (i), pues es el único que es gramatical, es decir, podemos detectar si un color es básico o no en este sentido, apelando sólo a las propiedades sintácticas y semánticas del termino que usamos para expresarlo. Los sentidos (ii) y (iii) son hechos empíricos sobre la naturaleza de la luz y de los pigmentos, mientras que (iv) es un sentido fenomenológico. Para Wittgenstein, el que un color sea básico en el sentido (i) – a diferencia de que lo sea en cualquiera de los otros sentidos – no es un hecho genuino, sino mas bien una verdad analítica – lo que él llamaba una verdad gramática, pues no depende de cómo es el mundo, sino de como organizamos nuestros mecanismos de representación del mundo. No sólo eso, sino que pensaba que juicios acerca de si un color es básico (o la mezcla de otros, etc.) en este sentido, son completamente semejantes a juicios sobre otros sistemas de medida, por ejemplo, de longitud,  velocidad cardinalidad. Para Wittgenstein, por ejemplo, decir que el verde se encuentra entre el azul y el amarillo es completamente similar a decir que el 3 se encuentra entre el 2 y el 4, o que 1.50 m se encuentra entre 1.25 y 1.75. Decir que el verde es el único color básico entre el azul y el amarillo es como decir que el 3 es el único número natural entre el 2 y el 4. En ninguno de estos casos estamos diciendo nada sobre como es el mundo, sino sobre como organizamos los conceptos que usamos para hablar (o pensar o cualquier cosa similar) de él.

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