¿Qué es el Pluralismo Ontológico?


Empecemos con dos objetos, propiedades, hechos, etc. que nos parezcan intuitivamente sustancialmente distintos, pero también íntimamente ligados, por ejemplo, un objeto externo y nuestra percepción de él, un objeto físico y su sombra, una propiedad y el predicado que usamos para expresarla, una expresión y su significado, un pensamiento y su contenido, una persona y su mente, la presencia de un objeto y su ausencia, una línea y los puntos a sus extremos, etc. Aunque cada par parece estar formado por dos objetos (propiedades, hechos, etc.) de tipos muy distintos, vale la pena peguntarse su esto es efectivamente así, es decir, vale la pena preguntarse – y esta es la tarea de la ontología – si (i) los dos son idénticos o distintos, y, si son distintos, (ii) si ambas entidades (objetos, propiedades, o lo que fuera) son reales (en el caso de los objetos, esto significa preguntarse si realmente existen) y si (iii) son dos de tipos (categorías, modos de ser, etc.) diferentes o no (y si no lo son, a cual categoría pertenecen). 

Si uno además acepta un marco aristotélico, puede también preguntarse (iv) si uno de ellos es mas fundamental que el otro; después de todo, revisando la lista arriba, puede uno darse cuenta de que intuitivamente uno de los miembros del par suele pensarse como derivar su ser del otro.

Dependiendo de cómo responda uno a estas preguntas uno termina adoptando una posición monista o pluralista y de qué tipo: El monista responderá que hay una sola entidad (propiedad, hecho, etc.), ya sea porque lo que parecen dos son en realidad una, o porque sólo una de ellas es real, mientras que la otra no. El pluralista mas radical, a su vez, responderá que hay dos, cada una de un tipo distinto y autónomo, es decir, que ninguna es mas fundamental o se deriva de la otra. Dados dos presuntos objetos A y B, las opciones se resumen en la siguiente tabla: 



(i) ¿Son diferentes?

Sí: Primera Opción: A=B
No: (ii) ¿Son los dos reales?
No: Segunda Opción:  Sólo A es real, B no.
Tercera Opción:  Sólo B es real, A no.
Sí: (iii) ¿Pertenecen a la misma categoría ontológica?
Sí: Cuarta Opción: Ambas pertenecen a la categoría ontológica a la que claramente pertenece A, y no existe la categoría ontológica a la que claramente parecía pertenecer B.
Quinta Opción: Ambas pertenecen a la categoría ontológica a la que claramente pertenece B, y no existe la categoría ontológica a la que claramente parecía pertenecer A.
No: (iv) ¿Es alguna de las categorías más fundamental que la otra?
Sí: Sexta Opción: La categoría ontológica de A es más fundamental que la categoría ontológica de B.
Séptima Opción: La categoría ontológica de A es más fundamental que la categoría ontológica de B.
No: Octava Opción: Ambas son reales y pertenecen a categorías ontológicamente independientes, es decir, ninguna es más fundamental que la otra.



Esta tabla muestra que en vez de una dicotomía simple ente monismo y pluralismo lo que hay es una amplia gama de posibles posiciones que forman un espectro que va de las primeras opciones, las más monistas, a las últimas, más pluralistas. Nótese también que si tenemos la intuición de que A es más fundamental que B, entonces de cada par de opciones simétricas – segunda y tercera, cuarta y quinta, sexta y séptima – la primera comúnmente es vista como más intuitiva, o de sentido común que la segunda, la cual suele considerarse mas revisionista.

Para entender mejor este esquema, ilustrémoslo con un ejemplo sencillo: una propiedad y su correspondiente predicado: La primera posición monista sería sostener que en realidad no existe diferencia ontológica entre ambas: las propiedades son predicados, y vice versa. Dos otras posiciones monistas muy cercanas serían sostener un realismo según el cual solo las propiedades son reales, mientras que los predicados no, o un nominalism según el cual solo los predicados son reales, mientras que las propiedades no. Luego, si uno tiene inclinaciones aristotélicas puede adoptar una posición en cierto sentido intermedia entre monistas y pluralistas según la cual sí hay una diferencia entre predicados y propiedades, pero unos dependen ontológicamente de los otros. Aquí, obviamente, se abren dos posibilidades, o bien pensamos que los predicados son reales, pero se derivan ontológicamente de las propiedades que expresan, o bien pensamos que las propiedades son reales, pero se derivan ontológicamente de los predicados que las expresan.

A continuación, tenemos tres opciones pluralistas. Las primeras dos, mas bien moderadas, sostendrían que ambos, predicados y propiedades son entidades del mismo tipo o categoría ontológica, ya sea porque ambas son en realidad lingüísticas (aunque sólo los predicados son obviamente lingüísticos) o porque ninguna de ellas es en realidad lingüística (pese a que los predicados parecen ser obviamente lingüísticos). Finalmente, un pluralismo mas radical sostendría que ambos, predicados y propiedades, son igualmente reales, de categoría distintas, y ninguno es mas fundamental del otro.

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