¿Cómo se relacionan experiencia, pensamiento, lenguaje y realidad?

Tal vez la principal razón para sostener una concepción plural de la realidad es que nuestras teorías mas estándares de los contenidos de la experiencia, el pensamiento y el lenguaje apelan a dominios de diferentes categorías o tipos semánticos. Si la realidad no refleja esta heterogeneidad, es misterioso explicar el éxito de estas teorías. En otras palabras, aun cuando la imagen filosófica del mundo fuera homogénea y unificada, lo que Sellars llama “la imagen manifiesta” del mundo sigue siendo plural y heterogénea. No sólo experimentamos al mundo como múltiple, sino que también lo pensamos y hablamos de él de manera heterogénea, es decir, hablamos y pensamos de cosas y hechos de lo mas diverso y no parece haber en la experiencia, el pensamiento o el lenguaje algo que lo unifique todo en una sola realidad. Parece que es la razón la que nos permite unificar la variedad que experimentamos, pensamos y de la que hablamos en una sola realidad. Como dice Turner, tanto los que piensan que la realidad es una como los que piensan que es múltiple, “concuerdan en cómo parecen ser las cosas [pero] no en cómo el mundo genera esas apariencias.” (Turner 2012: 420. Mi traducción). 

En los últimos siglos, sin embargo, la discusión se ha movido al ámbito de la lógica y la semántica como nuestras mejores teorías de la estructura del pensamiento y el lenguaje. En general, éstas trabajan con dominios heterogéneos y la explicación mas simple de su éxito sería que funcionan precisamente porque la realidad de la que pensamos y hablamos es ella misma heterogénea. La lógica clásica de primer orden – la candidata principal a ser la lógica – por ejemplo, hace una distinción en su semántica entre conjuntos y sus ur-elementos, y la mayoría de las otras teorías lógicas hacen aún más distinciones en su semántica. Las teorías semánticas de los lingüistas suelen ser también heterogéneas y sólo algunos filósofos del lenguaje parecen estar interesados en desarrollar semánticas formales donde todas nuestras expresiones no hablen sino de un solo tipo de entidades (Winter & Sha 2014). 

En este sentido, podemos decir que la pregunta que guía mucha de la metafísica en occidente es: “¿de qué hablamos (cuando decimos cosas verdaderas)?”

“… nos parece natural hablar de la siguiente manera. No todo a lo que nos referimos existe: Venus sí, Vulcano no; los caballos sí, los unicornios no. Simplemente hay entidades ficticias, así como también hay cosas que realmente existen. Existir es tener una propiedad que solo tienen algunas de las cosas a las que nos referimos, aquellas que existen en oposición a aquellas que son meramente ficticias.” Colin McGinn [Traducción y negritas propias] 

Es claro que no todo lo que pensamos o decimos es verdadero. En este momento puedo lanzar a volar mi imaginación y figurarme escenarios fantásticos con ratones voladores que cantan canciones bellísimas, pero no por eso – nos dice el sentido común – dichos ratones son reales, ¿o sí? Después de todo, muchas veces nos equivocamos. Pensamos que llegaremos a tiempo a una cita y llegamos tarde. ¿Qué sucede entonces, es decir, qué sucede cuando nos equivocamos? La explicación mas natural es pensar que hubieron cosas que no dependían de nosotros y por eso, aunque pensamos que algo pasaría, pasó otra cosa. Sin una noción de realidad independiente es difícil explicar el error (algo de lo que Parménides ya se había dado cuenta). ¿De qué otra manera se podría explicar porqué distinguimos entre cosas verdaderas y falsas y creemos que a veces nos equivocamos si no existiera ninguna realidad independiente de nosotros? 

Esta idea de que hay cosas que no dependen de uno está íntimamente ligada a nuestra noción de realidad. A decir verdad, comúnmente, cuando los filósofos han tratado de definir la realidad lo han hecho de manera negativa, como aquello que no depende de nosotros de nuestras subjetividades, convenciones, maneras de ser y de vivir. Por eso los mosquitos son reales y los ratones voladores que me acabo de imaginar no. Luego entonces, hay una intuición filosófica generalizada de que, en la gran mayoría de las verdades hay involucrado algo que es así independientemente de nosotros. Lo que hace que, por ejemplo, sea verdad que el cielo sea azul es un hecho físico independiente de nosotros, y lo que hace que sea verdad que algunos animales sean mamíferos es precisamente ese hecho natural. 

Sin embargo, en la mayoría de los casos, qué aspecto de la realidad es metafísicamente responsable por la verdad de lo que decimos no es en lo absoluto claro. A muchos filósofos les parece que no es un hecho de la realidad el que el cielo sea azul pues nada es azul si no es posible percibirlo como tal y eso es algo que sí depende de nosotros, por ejemplo. El reto, entonces, es dar el paso de lo que es verdad a lo que es real. 

“[Según] Meinong, podemos hablar sobre ‘la montaña de oro',' el cuadrado redondo ', y así sucesivamente; podemos hacer proposiciones verdaderas de los cuales estos son los sujetos; por lo tanto, deben tener algún tipo de ser lógico, ya que de lo contrario las proposiciones en que ocurren no tendrían sentido. En tales teorías, me parece, hay una falla de ese sentimiento de realidad que debería ser preservado incluso en los estudios más abstractos.” Bertrand Russell

Claramente pensamos, hablamos de cosas como unicornios, montañas de oro, fantasmas, etc. y a veces al hacerlo decimos cosas verdaderas. Sin embargo, ¿significa esto que existe algo así como una zoología fantástica que estudia a los unicornios? Esta es la pregunta retórica que se hace Russell y a la cual algunos han respondido con un rotundo sí, y otros con un igualmente rotundo no. La estrategia de Russell y toda una tradición de filósofos, tanto antes como después de él, ha sido introducir una cuña entre el lenguaje y la realidad de tal manera que categorías como “el sujeto” se sitúen de lleno del lado del lenguaje, mientras que otras como la de “referencia” se sitúen de lleno de lado de la realidad. Así nos invita a distinguir el hecho de que expresiones como “la montaña de oro” puedan ser sujeto de enunciados verdaderos del error de pensar que se pueden decir cosas verdaderas sobre la montaña de oro. Russell quiere mantener el dictum de que sólo se puede hablar con sentido de cosas reales (por lo que adquiere la obligación de explicar aparentes contra-ejemplos como “no hay montañas de oro” o “los unicornios tienen un sólo cuerno”), mientras que Meinong lo rechaza. Para él, podemos hablar de cuanto queramos, pero sólo algunas de las cosas que digamos lograrán corresponder adecuadamente con la realidad.

Los argumentos realistas/pluralistas de este tipo suelen tener todos mas o menos la misma estructura. El punto de partida es alguna práctica que consideremos exitosa en algún sentido, comúnmente práctico, pero no necesariamente. El segundo paso es argüir que si dicha práctica es exitosa, dicho éxito es algo que debe poder explicarse, es decir, debe deberse a algo. El tercer paso es argumentar que dicho éxito requiere involucra algún éxito a nivel teórico, es decir, que si la práctica es exitosa debe ser porque está basada en una concepción del mundo también correcta. El cuarto paso es la premisa de que el éxito teórico por defecto es la verdad y que por lo tanto, si la concepción del mundo en la que se basa la práctica es correcta debe ser porque por lo menos parte de lo que dice debe ser verdadero. El quinto paso es argumentar que por lo menos algunas de esas verdades contienen lo que se conoce como un compromiso ontológico es decir, nos comprometen con la existencia de entidades de cierta categoría. La consecuencia final de dicho argumento es que el éxito de dicha práctica implica la existencia de entidades de dicha categoría. 

Pocas veces el argumento completo se presenta de manera explícita, pero una excepción harto conocida es el argumento de indispensabilidad de Quine a favor de la existencia de entidades matemáticas. En una primera aproximación, este, el argumento central de Quine a favor de la existencia de entidades matemáticas se puede resumir a “debemos creer que hay números porque si no, ¿porqué no se caen los puentes?”:

  1. Primera premisa: El éxito científco como punto de partida: La ciencia (aunque no toda) nos ha sido muy útil (como Quine es empirista, él piensa que ha sido muy útil especialmente para dar cuenta de las regularidades en nuestra percepción).
  2. Segunda Premisa: Tesis abductiva holista: La ciencia no podría haber sido tan exitosa si (por lo menos algunas de) sus teorías (entendidas como conjuntos de enunciados) no fueran verdaderas. Sería muy extraño que puediéramos navegar por el mundo profundamente equivocados sobre cómo es éste.
  3. Tercera premsa: Tesis de indispensabilidad: La ciencia no podría ser tan exitosa sin el apoyo de por lo menos algunas teorías matemáticas.
  4. Primera conclusión: Verdad Matemática: Esas teorías matemáticas son verdaderas.
  5. Cuarta premisa: Criterio ontológico: Los enunciados son verdaderos sólo si se cumplen las condiciones de verdad que hace explícita nuestra mejor teoría de la verdad, a saber, la teoría tarskiana(para los lenguajes formales)/montaguiana(para el lenguaje natural).
  6. Resultado de aplicar el criterio ontológico a las teorías de la primera conclusión: Hay enunciados en esas teorías matemáticas indispensables para el éxito de la ciencia cuyas condiciones de verdad incluyen la existencia de entidades matemáticas abstractas (dado que, al formalizarse en primer orden, cuantifican existencialmente sobre variables cuyo dominio son entidades matemáticas abstractas).
  7. Conclusión final: Realismo Matemático: Existen objetos matemáticos abstractos (por lo menos, los del dominio sobre el que corren las variables cuantificadas existencialmente de la formalización en primer orden de las teorías indispensables para el éxito de nuestra mejor ciencia).

No es difícil darse cuenta de que este argumento tiene la estructura antes descrita. Su práctica exitosa de punto de partida es la ciencia (primera premisa). Su segundo paso es argüir que si la ciencia es exitosa, dicho éxito es algo que debe poder explicarse. El tercer paso es argumentar que dicho éxito requiere algún éxito a nivel teórico, es decir, que si la ciencia es exitosa, por lo menos en su aplicación, debe ser porque está basada en una concepción del mundo también correcta. Quine también suscribe a la premisa de que el éxito teórico por defecto es la verdad y que por lo tanto, si la concepción del mundo que provee la ciencia es correcta debe ser porque por lo menos parte de lo que dice debe ser verdadero (segunda premisa). La pregunta importante, por supuesto es, ¿qué parte? y aquí es donde Quine requiere apelar a premisas holistas (tercera premisa) para llegar a la conclusión parcial que quiere, a saber, que el éxito de la ciencia debe deberse en parte a la verdad de su parte matemática (primera conclusión). El quinto paso es argumentar que por lo menos algunas de las verdades matemáticas de las que depende el éxito científico nos comprometen con la existencia de entidades matemáticas (cuarta premisa). Sólo así puede llegar a la la conclusión final que busca, a saber, que el éxito de la ciencia implica la existencia de entidades matemáticas. 

Pero, repito, el caso Quineano es la excepción y los argumentos de este tipo apenas se bosquejan, como si fuera obvio que, por ejemplo, la física es exitosa y por lo tanto los electrones son reales. Sin embargo, es muy útil tener presentes estos cinco pasos porque, como veremos posteriormente, todos ellos son problemáticos y dan oportunidad al monista para descarrilar el argumento pluralista. Por ejemplo, no es nada claro qué tipo de éxito puede servir de punto de partida. Hay un sentido en que la astrología es una práctica muy extendida tanto en el espacio como el tiempo, pero ¿es por ello ‘exitosa’? Tal vez, pero muchos filósofos no quisieran concluir que los Aries, por ejemplo, forman una categoría ontológica genuina (Dieterle 1999). Pero tampoco queremos quedarnos con una concepción de éxito demasiado estrecha. Muchos filósofos pensamos que nuestras prácticas políticas emancipatorias deberían considerarse guías tan confiables hacia la realidad como la ciencia, de tal manera que la existencia de políticas de liberación de grupos étnicos minoritarios, como los Kurdos, deben tomarse en serio a la hora de determinar si realmente hay Kurdos o no (Barceló 2020). De la misma manera, tampoco es claro en qué casos este éxito debe explicarse en términos teóricos o, si es el caso, en términos de verdad. Aun si aceptamos la importancia y el éxito de ciertas areas de las matemáticas o de ciertas prácticas políticas o morales, no es nada claro si estas prácticas involucran afirmaciones del tipo que pueden ser verdaderas o falsas. Los principios políticos y morales y las ecuaciones de las matemáticas tal vez son, mas bien, reglas (van Roojen 2018, Barceló 2000, etc.). Y finalmente, aun si podemos determinar que ciertas cosas son verdaderas, aun falta un trabajo arduo ligar dichas verdades con la realidad.  No es obvio, por ejemplo, qué nos dice sobre la realidad el que sea verdad que la familia mexicana promedio tiene dos hijos y medio. ¿Significa que existe tal cosa como la familia mexicana promedio o que los hijos no son individuos sino magnitudes que pueden medirse con números racionales, es decir, que es posible tener medios hijos? 


Referencias

Barceló A., A. (2020) “Open Questions in the Metaphysics of Habitable Categories”, Euramerica, 50(4): 669-707.

Barceló A., A. (2000) Grammar as Mathematics: ‘Grammar’ in Wittgenstein’s Philosophy of Mathematics during the Middle Period. Disertación doctoral en Filosofía, Universidad de Indiana, Bloomington / UMI Dissertation Publishing, Bell & Howell Information and Learning, Ann Arbor, Michigan.

Dieterle, J. M. (1999) “Mathematical, Astrological, and Theological Naturalism”, Philosophia Mathematica 7(3): 129-135.

Turner, Jason.(2012). “Logic and Ontological Pluralism.” The Journal of Philosophical Logic 41:419–448

van Roojen, Mark, (2018) "Moral Cognitivism vs. Non-Cognitivism", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2018 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/fall2018/entries/moral-cognitivism/>.

Winter, Yoad y Remko Scha (2014) “Plurals”, Handbook of Contemporary Semantics, segunda edición, editada por Shalom Lappin and Chris Fox. Wiley-Blackwell .

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